En este momento estás viendo ‘Me subyuga el tema de la vejez’: el dramaturgo argentino Sergio Mercurio

‘Me subyuga el tema de la vejez’: el dramaturgo argentino Sergio Mercurio

  • Categoría de la entrada:libros
  • Tiempo de lectura:11 minutos de lectura

Alejandro Seta

Sergio Mercurio ha ganado en el exterior de Argentina, premios a Mejor Director y Mejor Guionista por su obra El ángel de la valija; así como el actor Severo Callacci, como Mejor Actor de ese unipersonal. Su teatro (en cuyas presentaciones participa su familia, especialmente su compañera Rosimary Jaccomelli como actriz, así como sus hijas) es más conocido y llena teatros en otros países de América y en continentes como Europa y África.

Aparte de sus múltiples viajes, en su libro De Banfield a México cuenta historias de sus 12 años de viajes por América, desde 1992 hasa el 2004. Aquí nos habla de qué es el éxito, qué busca con su teatro y cómo lo encuentra.

Sergio ¿cómo construís tu dramaturgia?

Es el asunto de mi trabajo. Es no buscar, solo encontrar, solo hacer y estar atento. Cuando comienzo a trabajar con otro no sé nada de lo que va a a pasar, y entro a eliminar ideas. Voy y camino, camino, camino. Voy encontrando formas de caminar que puede ser orgánica y al rato es otro que camina por mí y trato de pensar en ese personaje sin seguir ningún límite, digo boludeces, cosas que no estoy dispuesto a aceptar inclusive, suelto los límites morales, políticos, religiosos y presto atención a la información que llega. Hay cosas que me hacen reír o me emocionan, y digo: acá está la cosa. Es fundamental hacerlo con otro, si lo hizo reír o no sé qué, o se queda mal, prestá atención. Entonces digo: “Esto sirve, hay comunicación”, y conservo esa lógica y la lógica aparece solo en el fluir. Como todas las cosas que somos: en el andar encontramos cómo somos, con qué te sentís cómodo, cómo nos relacionamos con otros, le tomo la mano, o lo miro enamorado o con odio, etcétera.

La dramaturgia es lo mismo, cuando trabajo con otros como en Siempre es Julio (1) yo necesito que la obra empiece a despojarse de prejuicios. Cuando se despoja de prejuicios ya está: avanza naturalmente y es como cuando miramos jugar a un niño. Lo importante es lograr ese momento tan intenso y verdadero y eso es como la sencillez de las flores , que no están para mostrarse, pero las flores siempre están ahí. Las relaciones es entonces cuando se hacen más íntimas, ese ejercicio de soltarse a veces nos hace sentir: “ah, era esto”.

Como dramaturgo descubrí que toda la vida es una relación, no dudo lo que tengo que hacer y empieza a crearla y fruto de eso aparece algo, y cuando aparece, la relación se llama jugar. Y el ajuste, luego, hace el texto definitivo. Relación, jugar, encontrar. Y si querés es lo que intento ahora. El viejo del 2005, ese Juárez (personaje de su obra Viejos de mi…), con él, me encontré con mi papá. Vivimos en este mundo donde la vejez es una debilidad, por eso me subyuga el tema de la vejez, y hay otras debilidades de otros jóvenes que no ven eso, desde la inocencia. El joven lo ve desde la impotencia.

¿Cómo lo aprendiste?

Viajando. Viajar fue mi escuela. Mi viaje iniciático fue a Mozambique en el 88, tenía muchas ideas, y cuando salí de Mozambique para acá, y vi cómo ellos cambiaban el mundo, porque estaban viviendo su tiempo de la Independencia
y la revolución socialista, pensé: “yo para cambiar el mundo lo que puedo hacer es cambiar mi vida”. Yo no sabía nada. Todo era costumbre, y me di cuenta de que era mucho más ignorante de lo que creía, y si no te callás te podés llegar a dar cuenta que la vida puede estar llena de opciones, y esas opciones te las da la información. Vos cambiás de esceneario, salís de tu entorno, de tu familia, de tus creencias, observás y tratás de vivir. Salí de la
casa de mi madre, que me cocinaba, me lavaba la ropa, y llgué a un lugar de África donde todo lo que tocabas tenía cucarachas. Habrías un cajón y estaba lleno de cucarachas, por el piso caminaban las cucarachas, una vez en la comida mordí una cucaracha, y me pregunté: ¿Hasta qué punto no es una convención? Con el tiempo aprendí que muchos, al mirarnos al espejo, nos sentimos feos. El cincuenta y uno por ciento de feo; otros, el cuarenta por ciento, pero nadie dice: ¡qué lindo que soy yo! Los demás piensan eso. Yo era alguien a quien nunca una chica iba a observar; si se decía eso era de otro. En África me sentí lindo, para todos era lindo. ¿Por qué? Porque era el único
blanco, y como blanco me veían parecido a Robert de Niro. Una chica una vez me dijo: “Anoche vi una película de Robert de Niro ¡era igual a vos!. ¿No es eso lo qe nos pasa con los chinos que los vemos a todos iguales? Son convenciones. Entonces ¿cómo es esto? La respuesta es: nos educaron. Solo el que se pierde en la selva conoce las infinitas formas del verde. Porque viajar no es ir solo a un lugar, conocer paisajes, aprender otro idioma. ¡No! Viajar es no saber. Ahí construís, comenzás a construirte vos mismo, yo era mi propia dramaturgia.

El ejercicio de estar en el mundo para escribir o para todo, a mí no me importa. No sé de qué voy a escribir: solo esribo. Tengo ciertos cánones, nunca creo una obra rápidamene, tardo años, los procesos son larguísimos, de haber hecho ciertas cosas más tiempo. No tengo ese propósito que se evalúa con el éxito, tiene que ver con profundizar relaciones. Una relación entre el texto y el público.

El arte no está separado de la vida, es la vida, es una forma de vivir, además. El arte te conecta con cosas que no son tan accesibles, pero te enfrenta a la imperiosa necesidad de mantenernos vivos.

Si el sustento es una necesidad y se transforma en una obsesión, el arte amplía tu dimensión que es lo único que sigue siendo la señal de que estamos solos: de que tenemos que estar juntos, la comunidad, el otro.

Contános cómo fue el proceso de El ángel de la valija.

Con Severo Callaci empezamos a tener una amistad desde que me dijo que el quería que yo lo dirija. Y empezó el primer Taller Retiro, que hacemos una vez por año con personas de diversos lugares del mundo, y vino él Y él preparó un montón de trabajos. Y llevó una valija. Yo les había pedido que trajeran un objeto y
él, en camino al taller, encontró una valija tirada. Y fue incorporando en la valija todo lo que traía.

En el 2012 soñé con Garrafa Sánchez: me decía que había descubierto que en la sangre, todos los seres humanos somos iguales. Le conté el sueño a Severo, y me dijo: “De esto quiero que se trate”.

Ensayó la obra, la quiso hacer, volvió a buscarme, que tenía que hacer un proceso personal y trajo otras preguntas, con incomodidades, y lo que para mí más le gustaba hacer era muchos personajes. No tanto decir texto, jugar más.
Hay diez personajes en la obra, que está dedicada a Benedictus Spinoza. Te explico por qué. Cuando terminé la película del Garrafa Sánchez, definí qué es el fulbo. No el fútbol, el fulbo. EL fulbo es el potrero. El fulbo es una relación. En el Segundo Tomo de Ética, Spinoza titula una parte “De los afectos”: ahí explica
que todo es afecto; nos afectamos. Vivir es esto. Yo soy spinozista. El teatro es una relación. Todos somos una parte de Dios.

Yo hice esta, nuestra casa de Banfield, trabajando con el teatro. Una vez gané tanto dinero que pude comprar mi casa. Y ahí supe que cuando me fue bien fue tan difícil como cuando me fue mal. Yo me torturaba: “¿Habré vendido mi alma al Diablo? Me compré la casa”. Entonces, Severo, al contarle lo que estaba pasando, me dijo las palabras con las que empecé a limpiar algunos prejuicios: “Sergio, esta casa está llena de aplausos”.

Yo no sabía cómo era el sonido de la caracola, me lo
imaginé distinto. Digamos, cuando sonó, dije “acá pasó algo grave”
y mientras corría al peñasco, me acordíe del maestro, y me dije
“quién va a querer irse de acá”.

Ángel 1, en El ángel de la valija

(1) Obra dedicada Julio Cortázar, donde un director de teatro busca a tres actores y en el casting descubre que de los tres, dos no saben absolutamente nada del escritor. El director lo toma como un desafío y allí encuentra lo que quería: cómo bailan los famas el catala (los famas son personajes de Historias de cronopios y de famas).

(2) Garrafa Sánchez fue un futbolista fallecido en el 2006 en un accidente de moto a los 31 años, y a quien se lo suele comparar por su estilo de jugada y pegada con Maradona. Fue jugador de Banfield, club de quien Sergio es hincha. Como cineasta, Sergio realizó en su homenaje El garrafa. Una película de fulbo, estrenada en el 2012.

Suscríbete y recibe nuestros artículos antes que nadie.

Deja una respuesta