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Por qué debemos leer ‘Cien años de soledad’

  • Categoría de la entrada:libros
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Es el estandarte del Boom latinoamericano, joya del realismo mágico y el long-seller literario más perdurable. ¿Qué entraña esta épica utópica de la cual nadie sale siendo igual a como entró?

Luis José Chumacero

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo… El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

En una video-reseña, cuenta Francisco Díez-Buso que este inicio de novela se le ocurrió repentinamente al periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez en 1965, mientras viajaba en su auto con su familia hacia Acapulco para pasar sus vacaciones. De un momento a otro, dio vuelta en U y se «encerró» por los siguientes 18 meses, hasta que Cien años de soledad estuvo terminada.

Es por mucho conocida la anécdota de que Mercedes Barcha, esposa de Gabo y fallecida recién en 2020, empeñó varios artículos electrodomésticos para pagar el envío de la novela por correo —no, no había internet— a las oficinas de la Editorial Sudamericana en Buenos Aires, diciéndole a su marido algo como «Sólo falta que la novela sea mala».

Y sus palabras conjuraron —por oposición— el destino de esa obra cúspide de las letras hispanoamericanas. La obra gustó a propios y a extraños, y acabó por hacerle ganar a su autor el Premio Nobel de Literatura en 1982.

¿De qué trata?

El libro narra la historia de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones en el pueblo ficticio de Macondo. Y así de sencillo y veloz como es su planteamiento, es igualmente intrincado y enrevesado su discurrir. A veces son útiles los recursos adicionales como resúmenes, diagramas, cuadros genealógicos y líneas de tiempo.

Ilustración de Luisa Rivera en la edición de 50 aniversario, por el sello Diana.

El realismo mágico

Pero no se trata de una novela histórica. Cien años de soledad es uno de los más célebres ejemplos de un movimiento literario conocido como realismo mágico, en el que eventos o habilidades sobrenaturales se describen como si se tratara de los hechos más realistas o cotidianos, mientras que los acontecimientos reales de la vida y la historia humana contienen una carga de fantasía e incluso de absurdo. Por ejemplo, Macondo, la aldea ficticia en la que transcurre a la acción de la novela, se entremezcla con hechos que tuvieron lugar en la realidad en Colombia: su fundación ocurrió en un paisaje mítico de aislamiento, pero poco a poco va quedando expuesta al mundo exterior, lo que le acarrea múltiples calamidades a sus pobladores.

Otro ejemplo del realismo mágico en Cien años de soledad es que con el paso de los años, los personajes envejecen y mueren, pero vuelven ya sea como fantasmas o incluso renacen en la nueva generación de la familia. Un par de ejemplos más: cuando la empresa frutera estadounidense llega a la aldea, con ella llega un ingeniero enamorado a quien siempre lo siguen mariposas amarillas; y una hermosa mujer joven —Remedios, la Bella—, para no perder su virtud, se eleva flotando en el aire hasta que se pierde en el cielo.

Tiempo lineal vs tiempo circular

Pero a pesar de que el paso de las generaciones es lineal, en la novela del tiempo parece moverse de manera circular: Muchos personajes tienen nombres y características similares a sus antepasados, e incluso cometen sus mismos errores. Oscuras profecías y visitas de gitanos místicos comparten el escenario con la escaramuzas y pelotones de fusilamiento en guerras civiles que ocurren una y otra vez. Como cuando la empresa frutera estadounidense abre una plantación cerca de la aldea y termina masacrando a miles de obreros durante una huelga —que parece ser una parodia de la masacre de los plantíos de plátano en 1928—.

Ilustración de Luisa Rivera en la edición de 50 aniversario, por el sello Diana.

Esto, junto al realismo mágico de la novela, produce la sensación de que la historia es una espiral descendente de la cual los personajes no pueden escapar.

El realismo mágico

Bajo la magia hay un relato sobre el patrón de la historia de Colombia y de la América latina desde la época colonial. Ese relato lo vivió el escritor en carne propia: García Márquez creció en una Colombia dividida por las batallas entre los partidos liberal y conservador. También vivió en un México autocrático y cubrió como periodista el golpe de estado en Venezuela en 1958.

Tal vez sus influencias más importantes hayan sido sus abuelos maternos Nicolás Ricardo Márquez era un veterano condecorado de la Guerra de los Mil Días cuyos relatos de la rebelión contra el gobierno conservador de Colombia le infundió a Gabo una perspectiva socialista, por otro lado el carácter supersticioso de doña Tranquilina Iguarán Cotes fue la base del estilo literario de Cien años de soledad. Aquella casita en Aracataca, donde el autor pasó su niñez, sirvió de inspiración para la creación de Macondo.

La novela superventas

Francisco Porrúa, que estaba al frente de la editorial Sudamericana,​ decidió publicar la novela con una edición inicial de 8,000 ejemplares. Era ya un volumen muy audaz y ambicioso. No se equivocó. Hasta la fecha se han vendido más de 30 millones de ejemplares y ha sido traducida a 35 idiomas, lo que lo hace un clásico inmortal. Si escuchamos los discos de Pink Floyd, The Beatles y seguimos subiéndole a las canciones de los Rolling Stones, este prodigioso volumen que es Cien años de soledad no debe dejar de resonar en nuestras lecturas.

Ilustración del diploma de la entrega del Premio Nobel (1982).

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