Olvídense de Sherlock Holmes, Hércules Poirot, Filiberto García y todos esos detectives de pacotilla. Christopher Boone, un adolescente con síndrome de Asperger, te dará una lección de lógica y perspicacia en El curioso incidente del perro a medianoche, la novela que Mark Haddon publicó en 2003.
Un crimen por resolver
El cuerpo de un perro yace a mitad de la calle, atravesado por un horcón de jardín. El jovencillo Christopher, vecino de la dueña del animal, aficionado a los relatos de Sherlock Holmes, ha decidido emprender la investigación para dar con el responsable.
Pero Christopher no es un detective cualquiera. Su mente funciona de una manera diferente, porque presenta una condición del espectro autista (también conocidos como Asperger), por lo que procesa toda la información que le llega de forma literal y se obsesiona con los detalles. Eso no lo hace menos capaz, al contrario, le permite ver el mundo desde una perspectiva única que le ayuda a resolver el misterio del perro del vecino, Wellington, brutalmente asesinado con un horcón de jardín.
Por su misma condición, Christopher no está para sensibilidades y emociones políticamente correctas. Las únicas emociones y sensibilidades válidas para él son las suyas propias, por lo que su vida no es nada fácil.
Y en ese sentido, la primera mitad de la novela se erige como todo un noir, hecho y derecho. Tal como ocurre en las mejores historias de detectives, en su pesquisa, Christopher se da de cara con aquello que no está buscando, pero que lo golpea en su intimidad y lo hace replantearse muchas cosas.
El otro Chris
Por esa peculiaridad de su protagonista, la novela de Haddon dialoga íntimamente con la película El contador (2016, dir. Gavin O’Connor), que cuenta la historia, desde su niñez, de Christian Wolff, un chico diagnosticado con autismo que, al igual que Christopher, posee habilidades matemáticas excepcionales, y que se ven envueltos en situaciones muy fuera de lo común.
Otro elemento en común que salta a la vista entre la historia de Christopher y la de Wolff es la accidentada relación que media entre cada uno y su madre, que resulta en marcas muy profundas en la personalidad de ambos, a pesar de la aparente invulnerabilidad emocional que presentan.
No todos aman a Chris
Si bien El curioso incidente del perro a medianoche ha cosechado una gran cantidad de críticas positivas, especialmente por la simpatía que se granjea entre el público sensible a temas de neurodivergencia y personas con diagnósticos del espectro autista, también hay quienes no han quedado tan encantados con la novela. Algunos de los puntos que se critican son:
- El estilo narrativo: Más allá del estilo repetitivo y literal de Christopher, que puede resultar cansino o incluso irritante, están las inserciones de intención digresiva que no cumplen una función literaria más allá que la de ilustrar el embotamiento generado por los pensamientos del protagonista. Christopher es la voz en primera persona y él mismo habla de las digresiones como recurso del que abusa por su falta de experiencia.
- La falta de empatía: Dada su misma condición, Christopher no es capaz de conectar con todas las emociones de los demás, lo que hace que la novela sea fría y distante. Esto podría ser una virtud literaria, pero algunos lectores resienten el encumbramiento de un personaje que no es capaz de tomar conscientemente la decisión de conectar emocionalmente con otras personas, lo que resuena en la recepción de la narrativa, gracias a su verosimilitud.
- La idealización del autismo: Se critica que la novela presenta una visión demasiado positiva del autismo, ignorando las dificultades que enfrentan las personas con este síndrome en la vida real.
Estas son sólo algunas opiniones. La mayoría de los lectores han disfrutado de la novela que, además, ha recogido premios por todos lados.
En definitiva, El curioso incidente del perro a medianoche no deja indiferente a nadie.
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