En este momento estás viendo Pornografía: la mirada femenina

Pornografía: la mirada femenina

  • Categoría de la entrada:cultura pop
  • Tiempo de lectura:10 minutos de lectura

Imagen principal: David Chávez

Si el porno mainstream está generado desde la mirada masculina, ¿existe una forma de fruir la pornografía desde la mirada femenina? Este es el primero de dos artículos que abordan esa pregunta: la respuesta de una espectadora crítica y con amplias credenciales académicas. En el segundo artículo, conoceremos la propuesta de una realizadora de cine porno.

María del Refugio Pérez Paredes*

Soy una consumidora asidua de pornografía y la disfruto mucho. Su función es estimular, y los seres humanos requerimos estímulos para gozar de una sexualidad plena. En mi experiencia, el porno bien elaborado, complejizado, constituye no sólo una fuente de placer sino también un medio educativo.

La pornografía me ha permitido tener momentos de placer en soledad y me ha brindado recursos para mejorar mis relaciones sexuales en pareja o en grupo. Desde luego, los contenidos porno que suelo ver cuestiona muchas de las bases de su versión más clásica. Me refiero a una pornografía con perspectiva feminista, que pone en duda la idea de que sólo los hombres son sujetos deseantes, en tanto que las mujeres estamos reducidas a objetos sexuales. El porno feminista vuelca su mirada sobre el deseo femenino e intenta representar una sexualidad que apela mucho más al erotismo, al deseo y al gozo.

La pornografía ha sido una clave importante en mi bienestar sexual y, por ende, en mi salud general.

«Lo que ellas quieren»: la mirada femenina deseante

Como ya he señalado, en la cultura occidental, las mujeres hemos sido reducidas al papel de objeto de deseo masculino y de ahí que en la mayoría de las prácticas sexuales sean los hombres quienes dirigen el acto sexual y tengan el papel más activo.

Pero esto es más bien un condicionamiento sociocultural y no refleja lo que realmente ocurre con el deseo y las fantasías sexuales femeninas. Muchas mujeres gozamos de la sexualidad, requerimos de una parafernalia que despierte nuestro deseo; somos fetichistas, voyeristas, y solemos tener múltiples fantasías sexuales que distan mucho de las representaciones de la pornografía clásica. Mirar un pene erecto, unas nalgas inmensas, unos senos voluminosos y unas vulvas abiertas y dispuestas a la penetración es reduccionista, si lo comparamos con nuestras fantasías, las cuales ocurren con hombres y mujeres comunes, cargadas de detalles, de narrativa y de complicidad.

El deseo no se presenta de manera extraordinaria, sino que ocurre en los aspectos más ordinarios de la vida.

El deseo atiende a una diversidad de estímulos: la mirada, el olor, el sonido, las texturas, la disposición; es decir, se origina a partir de la percepción holística del otro en encuentros que suelen tener lugar en la vida cotidiana. El deseo no se presenta de manera extraordinaria sino que ocurre en los aspectos más ordinarios de la vida. Observar a una persona en el supermercado en el área de frutas y verduras, ver cómo elige la fruta, cómo la toca e incluso la huele, puede perfectamente despertar una fantasía sexual, pues la forma en que dicha persona mira, toca y huele las frutas y las verduras atiende a un deseo, el de alimentarse apropiadamente.

Ese deseo es extrapolado por la mirada deseante, en este caso femenina, hacia una fantasía sexual. En ocasiones, un roce de la piel puede desencadenar el deseo o bien el olor de una persona también nos conduce a ensoñaciones sexuales.

Estas interacciones no están limitadas a cuerpos prototípicamente atractivos, es decir, que cumplen con el canon de belleza establecido, pues de hecho, rara vez interactuamos con personas con ese tipo de cuerpos. Los hombres que despiertan mi deseo sexual suelen ser poco atléticos, poco guapos; tampoco son ricos o necesariamente cultos. He tenido fantasías sexuales con lavacoches, repartidores, vendedores de frutas y verduras, carpinteros, empleados de bancos, masajistas, entre otros. También he tenido fantasías sexuales con mujeres dedicadas a distintas actividades y que tampoco se apegan al estereotipo de belleza occidental.

Anita Steckel, New York Landscape (circa 1970-1980). Formó parte de una exposición WACK! Art and the Feminist Revolution.

Pornografía con enfoque femenino

Este tipo de fantasías son las que podemos observar en la pornografía feminista: una dominátrix embarazada que somete a un mecánico; una mujer negra cuya servidumbre, dos hombres blancos, atiende su deseo sexual y además limpia su departamento; un limpiador de vidrios cuyos guantes de látex desencadenan el deseo de una ejecutiva; un empleado de jerarquía menor que fantasea con tener sexo con la esposa de su jefe; una mujer cuyo deseo es despertado por la chica que le hace las uñas; una pareja anfitriona que fantasea con intercambiar  pareja con sus huéspedes; un chico que fantasea con tener sexo con una conductora de un programa de cocina que es mayor que él; una nadadora que sueña con tener sexo con otro nadador al que le roba constantemente los trajes de baño. Estas son las historias que imaginamos las mujeres y creo que también muchos hombres. 

Esta pornografía me gusta y me excita en tanto que me hace rememorar mis propias fantasías. Se trata de gente común, con cuerpos ordinarios, gente que uno se encuentra a salida de cualquier tienda a la que solemos acudir cotidianamente.

Otro de los aspectos que me gusta mucho de esta propuesta es que representa todas las corporalidades, así uno puede observar mujeres y hombres gordos con celulitis, mujeres y hombres negros, asiáticos, identidades intersex, identidades queer, da cabida a múltiples posibilidades. Se trata de un cine porno con narrativa, excitante e incluso divertido, hay en él poca solemnidad, en general, como creo que debieran ser las prácticas sexuales. Al observarlo, me descubro no sólo excitada sino también divertida, riendo a carcajadas con las escenas representadas.

Me gusta. ¡Me encanta!

En ese sentido, rompe con la estructura típica del porno que sólo muestra imágenes close up de penes penetrando y teniendo una eyaculación. Resulta sumamente estimulante la representación del orgasmo femenino no simulado mediante gemidos, la expresión del rostro y del cuerpo que se deja llevar por el deseo, una representación holística del éxtasis, un verdadero festín sexual

La pornografía más allá de la estimulación

Si bien la pornografía tiene como finalidad estimular, en mi caso ha rebasado la mera estimulación, pues he aprendido mucho sobre sexualidad a través del consumo de  pornografía. Ser consumidora de una pornografía alternativa me ha conducido a explorar constantemente mi sexualidad, a autocomplacerme, conocer mejor lo que me provoca placer y a compartir este conocimiento con mis parejas. También me ha permitido desarrollar unas prácticas sexuales mucho más creativas, novedosas y provocadoras.

Me parece que una sexualidad carente de alguno de estos ingredientes es bastante insulsa, conduce al aburrimiento y a practicar la sexualidad como si fuera un guion que nos aprendimos bien y al que le hacemos muy pocas variaciones.

Definitivamente, considero que la pornografía ha sido una clave importante en mi bienestar sexual y, por ende, en mi salud en general. Así, la pornografía con perspectiva feminista ha sido un agradable y placentero descubrimiento en mi vida. Me ha abierto el horizonte respecto de las múltiples posibilidades de gozo sexual.

Creo que seguiré aprendiendo, divirtiéndome y disfrutando, porque apelo a impregnar de deseo la cotidianidad.


Ma. del Refugio Pérez Paredes es doctora en Lingüística por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es profesora-investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Sus líneas de investigación son los estudios lingüísticos sobre el cuerpo humano (desde la lingüística cognitiva, especialmente dentro de la gramática de construcciones, semántica de marcos y teoría de la metáfora conceptual).

Suscríbete y recibe nuestros artículos antes que nadie.

Deja una respuesta